(Arqueología y Sociedad Nº 23)
EL OBJETO DE ESTUDIO ¿OBJETO DE DESEO?
Desde hace más de un lustro el Museo que fuera fundado por Julio César Tello Rojas[1] tiene la denominación oficial de ‘Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos’ y coloquialmente desde mucho antes como el Museo de Arqueología de San Marcos o simplemente como el Museo de San Marcos dado por su antigüedad[2], y en su devenir en estos noventa y tres años como institución dedicada a la investigación y divulgación, científica y popular, ha caminado sobre dos disciplinas de las Ciencias Sociales: la Arqueología y la Antropología. Por esta razón, y por cumplirse los primeros cuarenta años de esta Revista[3] pensé que sería importante contar con un número especial que recogiesen artículos sobre estos dos pilares del Museo.
Se hizo la convocatoria abierta a los colegas, especialmente a los arqueólogos, folkloristas y antropólogos.
La respuesta de algunos de mis colegas[4] fueron de los más inverosímiles, me acusaron de desvirtuar las tareas, acciones, objetivos y fines del Museo, y por ende de la revista; en algunos casos con adjetivos pocos propios de candidatos a doctores, o de doctores[5], o una particular agresión a las personas que laboran en la institución que actualmente dirijo; en otros casos, gentes más permeables y verdaderos practicantes de la interdisciplinariedad más bien felicitaron la idea y participaron activamente; a ambos grupos mis más sinceras gracias pues eso me permite rescatar de la anécdota unas reflexiones sobre la Humildad Científica, algunas apreciaciones sobre la Arqueología y Antropología, los miedos, y a quienes van dirigidos nuestros esfuerzos, desvelos y tesón en pos de la verdad y de la identidad histórica nacional.
Pero comencemos por partes.
En algunas partes del Orbe tenemos presente que cualquier tipo de sociedad concibe sus propias huellas en ese proceso continuo de generar y regenerarse en pos de satisfacer sus necesidades vitales en una relación dialéctica con la naturaleza de su entorno, con una comprensión idéntica hacia el interior de la misma sociedad cuando señala, sanciona y regula las formas y maneras, el protocolo interno, en que sus componentes se relacionan entre sí.
Las formas de expresar estas necesidades, la manera de satisfacerlas serán distintas en diversas épocas, aun dentro del mismo tipo de sociedad; este devenir tendrá expresiones muy particulares que por lo general los científicos denominan Culturas. Este cuerpo de información como tal es susceptible de ser analizado, sistematizado, comprendido, y explicado desde diversos puntos de vista desde un pasadismo chovinista, el pragmatismo, y otros yerros semejantes hasta llegar a concretas perspectivas más progresistas y propositivas que se manifiestan en las posiciones teóricas o las escuelas teóricas a las que pertenecen cada uno de los individuos y grupos.
Las culturas como expresiones particulares, y las sociedades como expresiones generales, son estudiadas por un grupo de disciplinas científicas que en el Perú se engloban académicamente en la Ciencia Social ‘… el objeto concreto de estudio de la Arqueología es la sociedad en su plenitud, el cual se lleva a cabo por medio del análisis de las evidencias materiales que deja la sociedad, y las culturas, en su continua formación de la Identidad Histórica desde hace milenios, donde los últimos quinientos años es una parte muy pequeña de nuestro desarrollo social y cultural’ (Fujita 2007; p.27)[6] eso es la Arqueología desde su perspectiva académica.
En cuanto a la definición de la Antropología según el diccionario de la Real Academia Española señala que es la ‘Ciencia que trata de los aspectos biológicos y sociales del hombre’ o ‘estudio de la realidad humana’[7] o sea, el objeto de estudio de la Antropología es la Sociedad en su conjunto, pero sólo que desde la perspectiva del presente, desde la alteralidad... ¡vamos!… con posibilidad de corroborar sus hipótesis entrevistando a poblaciones vivas. No hay más que darle un poco más de vueltas, de digerir tranquilamente y observar que el Objeto de Estudio de la Antropología también es la sociedad y las culturas; sólo que teniendo como referentes de estudio a las leyes y reglas no tangibles que rigen a la sociedad y sus expresiones particulares en una determinada cultura desde la cumbre del presente.
Pero también existe el miedo de más de un científico de compartir el mundo con otros, también puede ser el miedo a que otros no los entiendan o simplemente que otros puedan darse cuenta que realmente no saben nada (Fujita 2007; p.130)[8]; igualmente existe la necesidad de muchas personas de apropiarse material y/o inmaterialmente de los objetos, ideas, parcelas académicas, campos laborales, etc… que reflejan una inseguridad al no compartir que se manifiestan en reacciones tales como pataletas infantiles, infantilismo en mostrar un ego colosal, en el afán de controlar todo en su entorno, celos de otras personas, celos de otras profesiones, como si la sociedad fuese no sólo un objeto de estudio, un laboratorio, sino un fetiche y en esa perspectiva egoísta de declarar la sociedad como nuestro único objeto de deseo.
No comprenden muchos científicos que con esa actitud, otras formas de ver la vida, o de aprovecharla o desaparecerla, nos ganan la partida en comprender y explicar el universo, y sobre todo reducir nuestras propuestas de soluciones concretas y directas para definir nuestra identidad histórica (regional, nacional o continental) y de cimentar un desarrollo alternativo y real a lo que nos quieren vender en el presente.
Esa falta de humildad científica de aceptar que uno no sólo es humano con razonamiento y pasión, que también puede uno tener aciertos y errores, y sobre todo que existe más de un punto de vista para lo mismo, o que otras personas puedan opinar sobre lo que trabajamos, o que tengan derecho de opinar en sus facultades cuando nos metemos, como extraviados y trasnochados émulos de un humanista del Quattrocento, en otros fueros que nos son ajenos.
‘por estas razones las ciencias sociales continuarán relegadas, si no cambian…, pues no pueden seguir sólo produciendo información para una élite ni para autocomplacerse ni para autoconsumo en una suerte de autarquía y aislamiento de la sociedad; se necesita producir información concreta para los demás miembros de la sociedad, siendo el vínculo entre los científicos y la comunidad la difusión del conocimiento en su forma más clara y sencilla.’ (Fujita 2007; p. 131)[9].
Este introito es una forma de hacer catarsis por un asunto que cada cierto tiempo se manifiesta entre los miembros de la comunidad de las ciencias sociales como son entre los arqueólogos puros, los antropólogos puros, científicos puros, etc… cada uno defendiendo sus pequeñas chacras, sus parcelas académicas donde son semejantes reyezuelos, pero que no ven que pueden ser juntos un gran grupo con mayores deberes y derechos de unos ciudadanos en una gran república.
Con agradecimiento y reconocimiento al personal del Museo que aun dirijo, y en especial a ti amable lector y afable lectora va esta reflexión.
C.BB.BB.VV.
Lima, lunes 23 de enero de 2012.
Fernando Federico Fujita Alarcón
[1] El doctor Tello Rojas fue doctor en medicina y doctor en ciencias naturales; está considerado como un protoarqueólogo moderno y como padre de la Arqueología Peruana, por lo menos la que corresponde con el proceso histórico a partir del siglo XX.
Para una información más fácil de acceder revisar el catálogo ‘Julio C. Tello’ de la muestra que organizó el Museo de Arqueología y Antropología en 2007.
[2] Aunque solamente es superado por el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que fuera fundado en 1918; el actual Museo de Arqueología y Antropología lo fue en 1919.
[3] Arqueología y Sociedad, revista fundada por el doctor Lumbreras.
[4] El título que me otorga la Universidad Nacional Mayor de San Marcos indica que a Nombre de la Nación (y en todo el territorio peruano) soy Licenciado en Arqueología.
[5] Por ejemplo Inmanuel Pastizal, Ianus Stornudo o Esther Pedredería.
[6] FUJITA, Fernando
2007 ‘La Arqueología; fuera de su parcela Académica’ en ‘…El reposo del badilejo…’. Lima.
[7] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. (versión virtual)
2001 Diccionario de la Lengua Española. Vigésima Segunda Edición. Madrid
[8] FUJITA, Fernando
2007 ‘El Síndrome de Casandra en …’ en ‘…El reposo del badilejo…’. Lima.
[9] Ibídem.