LA CASONA EN TRES TIEMPOS. LA CASONA AYER. ARQUEOLOGÍA DE LA CASONA (PRELUSIÓN PRESUNTUOSA)
ARQUEOLOGÍA DE LA CASONA: Aproximación a un Patrimonio Cultural e Identidad Histórica.
Fernando Federico Fujita Alarcón[i].
PRELUSIÓN.
El presente texto, amable lector y dulce lectora, se trata de un breve recuento del proceso histórico de este edificio que ahora llamamos La Casona de San Marcos, o simplemente La Casona como nos enseñaron a decir nuestros camaradas del programa, ahora escuela, de Arqueología cuando nos introducían a un mundo que no era considerado en ese entonces en académico, pero que tenía que ver mucho con nuestra carrera, y que luego se convertiría en parte de nuestra vida profesional como un medio de transmisión de pensamiento e información.
Al principio fue conocer el Museo de Arqueología de la mano del fallecido Daniel Guerrero y de Elizabeth Isla en el año de 1985, y ganarnos la amistad de doña Nélida Gamero, Arqueóloga y administradora de dicha institución; al principio ella nos acompañaba personalmente a recorrer las colecciones del doctor Pedro Weiss, o las vitrinas de la antigua exposición de Orígenes del Perú, ora ver la muestra de Instrumentos Musicales que se encontraban cerradas hacía tiempo, ora trepar al campanario y ver el Orbe desde esa atalaya cultural, o curiosear entre las cosas de Armatambo, mirar de lejos la colección Chavín, atisbar el Archivo Tello; y de tanto solicitar y llegar a ver los materiales que pronto nos daba las llaves y pasábamos horas enteras metidos en esos ambientes. Más adelante, nos comenzamos a hacer amigos del personal que laboraba en ese entonces como era Ramón Siu, u otros, que nos permitían ingresar a sus espacios y compartir su amistad, revisar con ellos los periódicos, los archivos o la Biblioteca que el doctor Tello donó a la Universidad; en esa época ya parecíamos gatos callejeros, pues por cualquier ventana, techo, escalera, vano o por cualquier espacio nos introducíamos, lo refundábamos, lo considerábamos nuestro y a pronto a ser incorporado a nuestras exploraciones casi cotidianas.
Era una época en que había bastante actividad política en el país, y en la Universidad, y por ello a veces no se podían hacer clases en la Ciudad Universitaria, y los profesores solicitaban algunos ambientes para impartir clases en La Casona; o simplemente solicitaban tener un espacio para hacer en ese sitio las clases y ya no en la Ciudad. En esos días teníamos clases con profesores como el doctor Julián Idilio Santillana o el doctor Luís Guillermo Lumbreras; o cuando nos tocó hacer la práctica final del curso de museología y museografía dirigida por Luis Orlando Repetto y decidimos retomar y remozar las exposiciones de Instrumentos Musicales y Orígenes del Perú que había realizado el equipo del doctor Lumbreras allá por los años setenta del siglo veinte. Uno de los resultados más concretos, aparte de lo arriba mentado, fue un documento de trabajo para la reformulación del Museo y su relación con la educación; dicho trabajo fue considerado muy de avanzada en una reunión del Consejo Internacional de Museos realizado en la ciudad de Cuenca (Ecuador).
Posteriormente, tomamos diferentes rumbos en la universidad y participando en diversos proyectos; hasta que nos convocó don Alfonso Castrillón para participar en el Convenio como el equipo de Arqueología que iba a realizar las pesquisas para crear un corpus de información necesaria para el nuevo programa arquitectónico, y el Arqueólogo que apostó por nosotros fue el doctor Santillana.
A finales del siglo veinte, y mientras nos preparábamos para ser oficialmente los profesionales, iniciamos las tres primeras campañas de excavaciones en algunos patios tales como de los Juniores, Naranjos y Jazmines; recintos como el Salón General, los ambientes bajos del Museo, y el Salón de Grados o ex Capilla de Nuestra Señora de Loreto entre otros espacios. Con el tiempo una compañera asumió, ya en el siglo veintiuno las dos últimas campañas en el Patio principal y en la vieja área de ciencias.
Por defecto profesional expondré el tema en tres partes.
Las primeras son respecto al proceso histórico de este edificio. La primera está dedicada al proceso global, sobre todo del grupo de los conquistadores que provenían de una porción del mundo que se vio afectada por una escisión severa del grupo cristiano y su estructura del poder, y como esta lucha interna entre contrarios tuvieron expresiones semejantes en la forma física tales como la arquitectura, la expresión artística en las esculturas, pintura, música y la puesta en escena en que la belleza ya no es ultraterrena como en el renacimiento, en cuanto a la época del barroco es muy terrenal con expresiones y puesta en escena con cuerpos más reales y cotidianos. La siguiente etapa del proceso histórico tiene como base la particularidad del edificio mismo; es decir su proceso desde que fue un campo de cultivo, un internado para que los candidatos a ser hermanos o sacerdotes ensayasen por un tiempo su relación con su Dios, y la disciplina contemplativa y activa que conlleva, así como estudios básicos de lenguas, ejercicios espirituales, las constituciones, etc… que se ve reflejada en lo que ahora los jesuitas llaman el Noviciado; la etapa académica profundiza lo anterior, sobre todo en lenguas y ciencias sociales por lo general y estos con fines de apostolado esta etapa ahora se le conoce como Juniorado; Filosofado y Teólogado son años de estudio y profundización en las materias señaladas; a continuación viene el Magisterio como una aplicación y probanza de lo aprendido y que se puede transmitir por medio de la instrucción básica o superior; finalmente la Tercera Probación mediante mayor y profundos ejercicios espirituales, corporales a veces, dentro de su apostolado. Eso es lo que ahora es parte de la formación de un jesuita, y al parecer poco ha cambiado con el tiempo.
El último tercio está en la presentación general de los datos hallados como son algunos canales de ladrillos en proporción 1-2-3 unidos con argamasa de calicanto; desarenadores del mismo material y argamasa; canaletas de desagüe asociados a filtros hechos con botijas desechadas; fragmentos de vajilla colonial de diversas épocas; pequeños aljibes, tuberías de cerámica con interior vidriado y unidos con brea o de hierro fundido; algunos comentarios y muchas fotos. Debo confesar que me auto emulado con este último tramo, ya que se publicó en la revista Historia y Cultura Nº 24 del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú; pero me pareció muy importante presentarlo en estos momentos para mayor comprensión de este monumento histórico que es La Casona de San Marcos.
Lima, mayo de 2011
[i] Arqueólogo proveniente de las canteras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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